HOLA DE NUEVO A TOD@S Y BIENVENIDOS A ESTE NUEVO
CURSO!!!!
ESTE AÑO EL CRA...SE VISTE DE CABALLEROS,
PRINCESASS, PRINCIPES, BRUJAS, LANCEROS, BUFONES.....NUESTRO COLE
SERA......UN
CASTILLO!!!PARA IR ENTRANDO EN AMBIENTE AQUI OS DEJO UN
CUENTO...."EL CASTILLO DE LOS OLORES"(es un poquito largo pero merece
la pena) DEJAD QUE VUESTRA IMAGINACIÓN VUELE....Y ANIMAOS CON EL PROYECTO...SERA
FANTASTICO!!
El castillo
de los olores.
En una casita del bosque, vivía un matrimonio, con tres
hijos.
La mayor de ellos, era una niña caprichosa y egoísta,
que sólo pensaba en ella. Nunca compartía sus juguetes, ni siquiera sus deseos y
sueños.
Un día, de repente enfermó. Nadie sabía qué le
ocurría.
Vinieron varios doctores y hasta un anciano muy sabio
para ver si encontraban la causa de su mal. Pero todo fue inútil. No sabían cómo
curarla.
Sus hermanos lloraban sin consuelo. ¡Tenían que
encontrar un remedio!.
Un día un leñador viejecito que pasaba por la casita,
vió a los niños llorando y les preguntó: ¿Por qué
lloráis?.
Los niños, le contaron lo
sucedido.
El leñador escuchó atentamente y después de unos
minutos dijo:
La enfermedad que tiene tu hermana no es del cuerpo, es
una enfermedad del alma.
Los niños se quedaron sorprendidos, pues no comprendían
lo que quería decirles el anciano leñador.
¿Qué significa eso de enfermedad del
alma?.
El leñador respondió: Tu hermana se ha vuelto tan
egoísta y tan caprichosa, que nadie quiere jugar ni hablar con ella. Tus padres
soportan sus malos modales, porque es su hija, pero les gustaría que fuera
mejor. Ella no se da cuenta, del daño que hace. Pero ahora, el daño también se
lo está haciendo a ella, porque ve que los demás la rechazan y no se siente
agusto consigo misma.
Por eso, empezó a comer mal, a no dormir hasta que
enfermó.
¿Tú tienes una solución para eso, preguntaron los niños
al leñador?.
Si, pero no sólo se curará con eso, podremos ayudarla
pero ella tiene que dejarse ayudar.
¡Lo intentaremos, dijeron los
niños!.
El castillo de los olores tiene la solución. Es un
castillo que guarda los aromas más bellos que en el mundo
existen.
Cada aroma representa alguna cualidad buena de las
personas: la bondad, el amor, la generosidad y la
humildad.
Debéis ir allí. Necesito que me traigáis en cuatro
tarros de cristal, los cuatro aromas. Yo los mezclaré y salvaremos a tu hermana.
Hay un problema, ella debe ir con vosotros. Por eso os
decía antes que solo funcionará, si ella quiere
curarse.
Convencieron a su hermana, le fabricaron una camilla y
la llevaron con ellos.
Después de largos días de camino, llegaron al
castillo.
El castillo, estaba rodeado de árboles, pero no daba un
aspecto misterioso, sino tranquilo y apacible.
Llegaron hasta el puente levadizo, que estaba abierto,
cómo si alguien les esperara.
Entraron en la gran sala y descubrieron cuatro
puertas.
¡Aquí debe ser, comentaron los niños!.¡Vamos a explorar
la primera puerta!.
Al pasar, un extraño aroma les recibió.
De repente vieron un pequeño pajarillo tendido en el
suelo con un ala rota.
¡Pobrecillo, dijeron los
niños!.
La niña, le miró y aunque se encontraba muy mal, le dio
tanta pena que dijo a sus hermanos: ¡Dejad que yo lo
coja!.
Al tocarlo, un vientecillo sopló y llenó uno de los
tarros de cristal que llevaban los pequeños.
Pasaron a otra puerta, pero la abrieron con tanta
fuerza, que al entrar dejaron caer un gran escudo que colgaba de la pared.
El escudo se cayó, encima del pié de uno de los niños y
le hizo daño.
El otro hermano intentó ayudarle pero pesaba demasiado.
La niña se levantó como pudo de la camilla e intentó de nuevo quitar el escudo
de encima de la pierna de su hermano.
Con todo cariño lo levantó y sacaron la pierna
herida.
La niña rompió su lindo vestido y le vendó, para que
pudiera andar.
Otro de los frascos se llenó. Ya sólo quedaban
dos.
Al llegar a la tercera puerta, comenzaron a sentir
hambre, pues llevaban ya mucho tiempo allí. Sólo tenían para comer dos trozos de
pan.
La niña pidió uno para ella, y el otro repartido para
sus dos hermanos.
Pero al ver, la carita del pequeño, que no tenía
suficiente con el trocito que le había tocado, le dio un trozo del
suyo.
Vieron como el tercer frasco también se llenaba.
Entusiasmados, llegaron a la cuarta puerta.
Colgado de la pared había un gran tapiz, pero no era un
tapiz cualquiera. El dibujo que tenía representaba a un caballero que maltrataba
sus siervos y en otro lado el mismo caballero vencido y humillado por
ellos.
La niña lo miró, en un principio no lo entendió, pero
al observarlo durante un buen rato, comprendió el significado y se echó a
llorar.
¡Ya lo entiendo,
exclamó!.
¡Yo soy como el caballero, os he herido sin querer, no
he disfrutado de vuestros juegos, ni de vuestros sentimientos, ni del amor de
mis padres!
¡Sólo he pensado egoístamente en mí, por eso, ahora me
encuentro tan triste!.
El cuarto frasco se llenó y los niños regresaron a
casa.
Cuando ya estaban cerca de la casita, de repente, la
niña se levantó de la camilla y empezó a caminar
sola.
Al llegar a su casa, el anciano leñador, estaba
esperándoles.
Sus padres sorprendidos de ver a la niña, lloraron de
emoción.
El leñador le dijo a la niña: Espero que esto te haya
servido de lección.
Ya estás curada.
A partir de entonces, la niña cambió y su corazón
volvió a reír.
Se prometió a sí misma que disfrutaría de la vida, de
las pequeñas cosas de cada día y del amor que le daban los suyos.